Wednesday, September 27, 2006

RE-CREACIÓN


Tú y yo rompimos la nada para vernos. Supimos reinar sobre el abismo gozosamente inmunes al vértigo y al miedo. Temimos y buscamos al lobo cuando nosotros éramos el lobo del cuento. Tus sueños se me acercaban de puntillas por la noche y se hacían sustancia de los míos. El aire se ajustó a nuestra respiración y a nuestro vuelo. Fuimos la desnudez desarropada de pasado y futuro. Precísamente así, como hermanos gemelos, mitades de una misma libertad aún no desgajadas. El imposible fue para nosotros el borde de la tierra más cercana. Anduvimos entre las palabras para llegar a la palabra primigenia, presos de un mismo amor por ella. Tan fieramente ángeles, ricos en alegría y desmesura. Así fuimos, así, tan poderosos que creamos un paraíso a nuestra imagen. Hasta que fuimos torpemente humanos y emprendimos nuestra propia caída, siguiendo ese destino escrito es nuestra especie. Tuvimos que marcharnos de un espacio que no era otra cosa que la prolongación de nuestra fe.

Crees que te fuiste solo. Crees que no te seguí, pero lo hice. Bajaste a los infiernos. Pero yo fui detrás. Tu infierno fue creer que yo no te seguía y el mío fue saber que no te dabas cuenta de mi paso invisible tras los tuyos.

De pronto, la esperanza. De nuevo la poesía se abre paso y nos convierte una vez más en ángeles. Y cruzas el océano: apareces regalando a mis ojos el esplendor de tu camisa blanca, pero ahora impregnada de ese olor a sal que la hermosea. Dices que vuelves para encontrar el sentido de mi nombre. Y sonreímos. Porque tú y yo sabemos, sin decirlo, que después de perder lo que se ama, se ama mucho más al reencontrarlo.
Y el paraíso es mucho más hermoso recobrado.


Sunday, September 17, 2006

NO SPEED LIMITS


A punto está el presente de devorar memorias:
¿oyes? Nos llama,
nos tira de la mano con tierna violencia,
casi no nos da tiempo a coger equipaje
ni a pensar,
un poquito siquiera,
en lo que estamos a punto de olvidar.

Corramos juntos,
deseosos
de caer en la trampa de amarnos
desde la ropa hasta el infinito,
del hueso
a la ciega fiereza de la piel.

El sinsentido
no es más que la certeza
más absoluta del abismo,
de ese abismo bellísimo
donde tan sólo importan
los collares de pájaros
o la mirada sedosa de los pulpos.

Salvaje meteoro, en un viaje
de mi espacio a tu tiempo.
Mientras, en el camino,
jugamos a esquivar los años-luz de las estrellas.
Dejemos que los otros lo hagan con las hormigas.
Nosotros
marcaremos distancias hasta con el destino
(no vamos a dejar que nos alcance).
Sabemos
que se puede ser inmortal en un minuto,
justo en ése
en el que damos a la muerte una patada
sin temer su venganza.

Por tanto,
olvidemos el miedo:
es tan sólo una excusa de los que creen vivir
y se pasan la vida
cultivando su tumba como si fuera un huerto.

Juntemos nuestras manos, retengamos
así la eternidad,
y allí dentro seamos
supervivientes de todas las catástrofes,
huéspedes del misterio.

Cuando llegue el futuro
ya le habremos robado sus frutos más hermosos.

Y le sorprenderemos.

Friday, September 08, 2006

LUCHANDO CON EL ÁNGEL

Ayer le hice un comentario a Princesa Dariak que tenía que ver con ángeles y humanos. Eso me trajo a la memoria un poema mío publicado hace algun tiempo, que transcribo a continuación.
(El comentario era éste: "Creo yo, querida princesa, que los ángeles desean que los humanos los arrastremos a la tierra, que entablemos batalla de amor con ellos...)


Luchando con el ángel

Sin aviso.
Sin tregua.
Sin aliento.
Hay una lucha a vida
entre los eslabones
que nos atan al barro
y el guerrero de Dios.

Y fue herido Jacob,
descoyuntado el muslo:
crecido en rabia y miedo.
Venció.

Dios
dejó que las cosas no siguieran su curso
-Él es la subversión-
dio a la gleba la fuerza
y el día encontró al ángel derrotado.

Ambos,
pisando aquella noche
la luna dela hierba,
infligiéndose heridas,
buscándose el dolor.

Sobre la luz,
vencedor y dañado,
el continente oscuro del cuerpo de Jacob.
En el crepúsculo del alba
la carne tomó al cielo de rehén
y lo ensució de tierra.

Y los hijos del cielo acaso comprendieran
entonces, un instante,
la desesperación de los mortales.
Acaso el ángel
sintiera unos segundos
qué es la cárcel del cuerpo.

Y qué es la redención.