Tuesday, August 08, 2006

Cruzar el mar

Volví, como hago siempre, al país del norte que también es mío y al que pertenezco por la mejor de las razones que se me ocurren: por voluntad de pertenecer. Ahora he vuelto de nuevo al sur y a sus tardes de siesta y de geranios. Dos mundos tan distintos y a la vez tan míos. Qué fortuna, me digo, poder vivir en dos orillas, cruzar el mar y llegar también a casa, cruzar el mar y reencontrarse, cruzar el mar para alejarse y reconocerse.

Tanto tiempo cruzando el mar ha contribuido a que me reconcilie con una idea que en su momento pudo ser perturbadora: que lo verdaderamente grande en esta vida a menudo es un lugar de encuentro entre opuestos. Cuántas definiciones del amor, pongámoslo como ejemplo, contienen la palabra entrega, o la palabra generosidad. Palabras que le van bien al amor. Y, sin embargo, en el amor hay deseo, que es expresión egoista en tanto que uno desea para sí, como también puede haber narcisismo y posesión. Y en un mismo amor es posible la coexistencia de todas estas realidades, de todos estos sentimientos, en principio antagónicos, y de otros más. Podemos decir que el amor es libertad y estar en lo cierto. Tan en lo cierto como decir que el amor nos esclaviza, que estar enamorado es perder el control, la voluntad. Eso es amor, quien lo probó lo sabe, ¿verdad, querido Lope? Y qué decir de la misma vida, que es larga y es corta, en tanto que el tiempo es una categoría subjetiva (entre otras cosas, la mayoría desconocidas para nuestro intelecto).

Buscamos la coherencia y las definiciones unívocas. Pero la vida nos gana la partida con su, para nosotros, caótica energía. Quizá por eso, cruzar el mar sea algo más que ir en avión o en barco de una tierra a otra y venga a ser una forma de sentirse y verse a uno mismo en distintas orillas. Cruzar el mar quizá no sea otra cosa que salir cada día y buscarse el alma en cada idea, en cada gesto, en cada emoción, y en el misterio de todo ello: reencontrarnos a nosotros mismos, a veces casi irreconocibles, por las distintas geografías de lo que llamamos vivir.

22 comments:

fgiucich said...

Es la dimensiòn que te da vivir en dos puntos distantes con el mar de por medio. Es como si cambiaras los cristales de colores cada vez que lo cruza. Abrazos.

Ángel Fondo said...

Has regresado plena de sensaciones y dejando ese texto reflexivo que me descubre un poco más de ti. ¿Comentarlo?. Tiempo habrá, cuando te descubra paseando atardeceres en la playa que hay al final del bosque y mojemos los pies en sus huidizas olas siempre refrescantes.
¿Un helado? Te invito.
Me faltó el espacio de tu sombra, guareciendo, en estos días sofocantes.
Ahora es el momento de mandarte mi beso de bienvenida.

UMA said...

Habitamos mundos tan dispares, Quantum...y a la vez tan nuestros, tan ìntimamente nuestros.
Cruzamos el mar para encontrarnos, estamos muy de acuerdo, cruzamos mares, vivimos cruzando mares para aprender y a la vez seguir siendo nosotros mismos, quizà cabrìa renunciar a quienes ìntimamente somos?
Claro que no.
Un gran abrazo de tu amiga cercana-lejana.
Gracias siempre por tus palabras.

Pd:nuestro amigo en comùn tiene mi mail asì podremos charlar, me encantarìa:-)

Besos!

andres racz said...

Quantum

Welcome back.Te echaba de menos.Mi vidatambien ha estado dividida entre el norte y el sur,mares y cielos que cruzar y sentimientos que arrastrar por este mundo cada vez mas chico.

tus palabras son siempre un estimulo.

AR

Haller said...

Pues algún día tal vez sepa lo que es mirarme desde una orilla distante. Y cuando eso ocurra confío en que el cielo seguirá pintando sus nubes caprichosas y un soplo de aire podrá llevarme de vuelta al valle y la selva fría con la cordillera coronada de nieve.

Saludos.

Carz said...

Las orillas propician los desembarcos por lo que unen tanto como separan. El amor es entrega, pero también es una puta patada en el estómago proporcionada por la abstinencia química de ciertos neurotransmisores placenteros. La amistad es entrega pero sin la puta patada en el estómago porque no provoca abstinencia...., pero tampoco es tan placentera. El norte aquí es frío, pero en el otro hemisferio es cálido. Aquí los capricornio somos de invierno, pero allá son de verano. La luna llena es llena en todo el planeta: los licántropos lo son al mismo tiempo en todo el globo y son hombres y lobos para el hombre (o sea, plenamente hombres). Y, he vivido y vivo en muchos sitios, y en cada uno prevalece la personalidad que me ha permitido (sobre)vivir en él: soy una manta multicolor hecha con fragmentos de varias geografías.

Y, entre tanto disparate que he escrito, se me olvidaba algo importante: bienvenida.

Luis Herrera said...

Mi vida entre cuatro paredes, de un lado a otro, encerrado en un libro... enclavado a una silla y enclavado en las páginas de un libro que me hace viajar de San Petersburgo a París en un par de párrafos. Impagable, aunque a veces creo que estoy perdiendo la verdadera vida.

un abrazo

La Marandua said...

Cruzar el mar y descubrirse en la nueva orilla , es nueva aunque hayas cruzado cien veces asi tambien tu eres nuevo cada vez, y el encuentro será un reencuentro? me cabe la duda, pienso que hay oportunidad en esa cruce permanente y subjetivo de recrearse a uno mismo en el espejo del mar y crear las huellas nuevas en esa orilla con geranios...
!!! ay me gusto mucho la idea que lanzaste..creo que da para muchas elucubraciones y tormentas y truenos, a la marandua le encanta eso... un abrazo

La Marandua said...

gracias por agradable visita ...

leonardo asimov said...

Hola viajera!
Mi playa es tu playa. La huella de tus pies es agradable en mis arenas. Las olas con que te acaricio aprecian tus palabras. Tu bùsqueda del presente serà eterna, porque tu curiosidad es insaciable. Descubrir e inventar son dos verbos que pocos conjugan porque las inteligencias han sido orientadas en otra senda. Espero seguir leyendote y espero que vuelvas a este pedazo de algo que estoy creando en mis blogs.
Hace años, en el paìs donde nacì y vivì mi juventud, escribì un panfleto sarcàstico sobre la violencia en esa sociedad y lo firmè Yoel Espejo. Fascinante conexiòn. Pero no paran ahì las coincidencias. En dias pasado he estado trabajando una entrada para mi otro blog http://planetaplacer.blogspot.com.
En dicha entrada planteo a mi modo esa esclavitud inmanente de ciertas relaciones. Yo la refiero a la belleza, esa mòrbida sensaciòn de sentirse bella y deseada, esa ardiente percepciòn de enloquecer por la belleza del otro.
No me habìa decidido a publicarla por razones estèticas ( la imàgen no me satisface del todo ) pero en honor a este sutil guiño del infinito lo hago, esperando tu comentario. Sigue descubriendo.
Leonardo Asimov

Gabriela Monroy Calva said...

Hermoso texto e interesantes reflexiones.
Gab

quantum said...

fgiucich,
seguiremos cambiando los cristales de colores las veces que haga falta. Y seguiremos buscando y buscándonos. Siempre un placer tenerte por aquí. Abrazo de colores.

quantum said...

Robin,
tras leer tus palabras, ahora deseo, más que cruzar el mar, cruzar el bosque para encontrar esa playa al final.
Un helado y tus palabras: así da gusto regresar. Y además, tu beso de bienvenida. Aquí te espera el mío.Aquí te espero yo

quantum said...

Uma,
Cuánta sintonía contigo, cuánto mundo compartido desde tan lejos. Puedo verte, Rubia del muelle, desde mi orilla, y muevo mis brazos para saludarte: ahí va un besazo cruzando el mar para ti, amiga.
Me encantará charlar por e-mail contigo. Estupenda idea.

quantum said...

Andrés,
Has cruzado mares y cielos, y se nota, porque este mundo cada vez más chico por el que has arrastrado sentimientos se hace más grande con tus imágenes, y es que la poesía las habita.
Un gran abrazo y seguido...

quantum said...

Haller,
que así sea.
Te deseo siempre vientos propicios y todo el vigor que pueda darte la belleza de tu cordillera nevada y el reencuentro con el valle y la selva fría.
Por si el frío arrecia, un cálido saludo.

quantum said...

Carz,
cada una de tus frases da para una historia. Y hablando de historia, déjame decirte que te sé hombre de historia(vital) y no de anécdota.Y eso es grande, pese a las patadas en el estómago y los desembarcos que, además de unir, separan. Cuántos-as querrían que esa manta que tú dices ser los arropara ¡Y encima de colores!
Mi abrazo de siempre.

quantum said...

Luis, un libro, claro está, nos puede llevar a otra galaxia( ves que he buscado un sitio bastante lejano), pero unas buenas ganas de salir de la habitación con nuestros propios pies también valen lo suyo: que no te falten.
Tengo que escuchar más a Thelonious Monk, que también es vida.
Abrazo.

quantum said...

Marandua,
¡Qué placer tenerte por aquí!
Recrearse uno mismo cada vez que cruzamos el mar y sembrar huellas nuevas en la otra orilla, como tú dices,es tan deseable como bello ¡Ojalá sepamos hacerlo!
Gracias por venir, siéntete en casa.
Un abrazo entre tormentas y truenos que tanto le gustan a la Marandua.

quantum said...

Leonardo Asimov,
Descubrir e inventar son sin duda verbos que tú conjugas, y tus palabras se atreven a desafiar el tiempo y el espacio. Te seguiré por tu blog, porque, como has sabido ver, mi curiosidad es insaciable, y porque, claro, tu playa es mi playa.
Un gran abrazo de reconocimiento, Yoel Espejo.

quantum said...

Gabriela,
te agradezco sinceramente tu comentario. Te visitaré.
Un saludo muy codial.

Anonymous said...

Cruzar el mar entre yo y el otro. ¿Eso? ¿Eso se puede? ¿O no hay mar? ¿O el mar que lo es todo no nos separa, sino que nos une? En el verano de 1985, entre miles de ilumina-alucina-ciones, visiones incomprensibles, delirios, realidades que me hablaban de una realidad que es superior a la que vemos, de la realidad que vemos y sentimos de lejos y adivinamos sin certeza pero con esperanza, entre todo aquello, mi primera revelación fue esa: la línea que separa tu espacio del mío no separa esos espacios: los une. Toda verdad es verdad en tanto en cuanto transforma la realidad. La aspereza de la mentira está en la separación. La felicidad de la verdad está en saber que somos uno.